viernes, 23 de mayo de 2014

La modernización del Estado

Eduardo lastra

La idea del “Estado mal administrador” se usa alegremente como excusa cómplice de la ineficiencia e ineficacia de burócratas que aún no entienden lo que es servir al público.
Pero hay evidencias de que el Estado es susceptible de un manejo eficiente, eficaz y efectivo, si quienes lo gestionan están convencidos de que debe estar al servicio de la persona humana, en su condición de ciudadano, productor y consumidor.
El Estado tiene la responsabilidad de orientar el desarrollo del país, facilitar y vigilar la libre competencia, defender los intereses de los consumidores y usuarios, estimular la creación de riqueza, garantizar la libertad de trabajo y de empresa, entre otras tareas.
En cuanto a sus áreas de acción, el Estado tiene que ocuparse de la promoción del empleo, los servicios de salud, la educación, la seguridad ciudadana y nacional, la infraestructura básica, la justicia y las relaciones internacionales.
En tanto relaciones jurídicas y políticas institucionalizadas o como aparato burocrático, el Estado no tiene vida propia, sino que depende de la voluntad y el accionar de las personas que actúan como autoridades u operadores.
La modernidad exige que el Estado sea pequeño, pero fuerte, para cumplir adecuadamente con sus funciones: normativa, supervisora, sancionadora y participativa.
En este sentido, como parte de las reformas institucionales, el Estado peruano ha venido siendo ‘adelgazado’; pero la simple pérdida de ‘grasa’ no ha significado el desempeño óptimo de las organizaciones destinadas a satisfacer las crecientes necesidades sociales.
Nos parece bien que los políticos, funcionarios y académicos hablen de la necesidad de utilizar, en la administración pública, técnicas de gestión como el planeamiento estratégico, la racionalización administrativa, la auditoría concurrente, la dirección por resultados y la ‘meritocracia’.
Recordemos, sin embargo, que los planes estratégicos y operativos, por muy bien estructurados que estén, no producirán nada si las personas que han de ejecutarlos no tienen la capacitación, la remuneración y la motivación adecuada.
Así, pues, lograr que los funcionarios internalicen su responsabilidad de servidores públicos, para que gestionen sus cargos y no solo ocupen puestos, es un aspecto importante de la modernización del Estado.
En su papel de promotor y regulador, el Estado no solo debe ser eficiente y eficaz per se, sino también contribuir a la eficiencia y eficacia de todas las instituciones de la sociedad.
En ese contexto, la gerencia pública tiene la enorme responsabilidad de trascender, para convertirse en un factor multiplicador de todas las relaciones sinérgicas del país.
Hacia ello apuntan algunos esfuerzos desplegados por la Autoridad Nacional de Servicio Civil (Servir), con la formación profesional de gerentes públicos que optimicen el uso de recursos y mejoren el servicio desde el Estado.