¿Camino sin retorno?
JORGE ZAVALETA ALEGRE PERIODISTA
Los más lúcidos teóricos y líderes políticos de América Latina coinciden en que el desarrollo debe girar alrededor del bienestar de las personas, más que en el crecimiento económico. Es ineludible invertir en salud, educación y productividad de la gente para mejorar el desarrollo de los países.
Los más lúcidos teóricos y líderes políticos de América Latina coinciden en que el desarrollo debe girar alrededor del bienestar de las personas, más que en el crecimiento económico. Es ineludible invertir en salud, educación y productividad de la gente para mejorar el desarrollo de los países.
Cómo aumentar la productividad de las naciones es en realidad un problema de desarrollo en sí mismo. Veamos, por ejemplo, la realidad rural y la explosiva migración interna de las dos últimas décadas del Perú actual:
Pacaritambo es un lugar esencial en la historia de América Latina. Este pequeño distrito cusqueño, en la provincia de Paruro, en el macizo de los Andes, es la cuna donde, según una leyenda, los ocho hermanos Ayar (cuatro hombres y cuatro mujeres) fundaron el Imperio de los Incas, por encargo de su dios Sol.
Pero ahora, dos tercios de los 2,500 habitantes son de la tercera edad, y el resto, niños y niñas. Los adolescentes y jóvenes dejan sus hogares, huyendo de la pobreza, con la promesa de retornar en cuanto puedan.
Muy cerca de este distrito de la provincia de Paruro se realiza una de las ferias agropecuarias más concurridas, comparable al juego de la oferta y la demanda de un Wall Street neoyorquino. Asistían ganaderos del Altiplano peruano-boliviano para vender y comprar vacunos y ovejas, inclusive animales menores y aves de corral. Es un mercado especializado en las prácticas de engorde del ganado, con el uso de pastizales naturales (ichu) y cultivados con los cursos de aguas que bajan de las montañas.
Esas ferias fueron siempre catalizadores de la agricultura y la ganadería como fuentes de vida y de relativa estabilidad social. Desde hace dos décadas estas ferias han distorsionado sus fines principales. Actualmente ofrecen productos, en su mayoría, de origen externo, que ingresan, sin control alguno, por la frontera sur. El contrabando de prendas de vestir, alimentos envasados, licores, perfumes y cigarrillos, artefactos eléctricos ha quebrantado la economía del autoconsumo, la destreza en la producción de variada artesanía con fibra de los camélidos americanos (alpaca y vicuña), la orfebrería de plata y oro, y sobre todo su cultural tradicional, empezando por sus festividades mágico-religiosas.
La mejor respuesta está en la política de desarrollo local, proceso en el que coinciden las inversiones en educación y salud, fortalecimiento de la gestión local y la complementación de infraestructura física.