Colega, todos debemos recordar (o enterarnos
de) lo que pasó en el Perú el 19 de julio de 1977. Ayuda mucho esta evocación
de Raúl Wiener:
HISTÓRICA FOTOGRAFÍA DE CARLOS
"CHINO" DOMÍNGUEZ.
Una foto de Urpi-Rosa Trinidad Carrillo.
MONUMENTO AL PARO DEL 19 DE JULIO DE 1977
COMAS.
Monumento ubicado en una de las avenidas
principales del distrito de Comas. Exactamente, en la intersección de la
avenida Belaúnde con la avenida Túpac Amaru.
Representa a una de las fechas de luchas
sociales que vivió el Perú en la época de la Dictadura militar (Nos referimos
al período de la presidencia del general Francisco Morales Bermúdez). Aquellos
días intensos para los pobladores comeños, la represión cobró sus inevitables
víctimas. Muy pocos lo conocemos, pero gracias a ellos, tenemos muchas de los
derechos que hoy en día, pertenecen a nuestro diario vivir. Recientemente se le
ha colocado una placa recordatoria, como justo homenaje, a siete heroicas
personas que representan a los cientos de movilizados, de aquellos años.
LUGAR: Intersección de la Av. BELAUNDE y
TUPAC AMARU, en el distrito de Comas, Lima-Perú.
FECHA: Viernes, 12 de noviembre de 2011.
AUTOR: MAYMA QUISPE, Néstor René.
Urpi-Rosa Trinidad Carrillo ha añadido 3
fotos nuevas.
*** RECUERDOS DEL HISTÓRICO PARO NACIONAL DEL
19 DE JULIO DE 1977 -- RAUL WIENER - LA PRIMERA, 22 julio 2012 : .
" Han pasado 35 años y, como dicen por
ahí, el Perú de la marca Perú, ya no es el mismo. El movimiento sindical y
popular tampoco es como el de 1977. Y nadie ha vuelto a ver una paralización
nacional de la envergadura de la que nos tocó vivir aquel año, en pleno estado
de emergencia, toque de queda y asesinatos nocturnos de ciudadanos que andaban
por las calles. Todo puede ser diferente pero ¿cómo sería el Perú sin el paro
del 19 de julio de 1977?
RECUERDOS DEL HISTÓRICO PARO NACIONAL DEL 19
DE JULIO DE 1977
Con la fecha marcada en el calendario, todos
caminamos al gran día. Y de pronto no había un automóvil que circulara en Lima.
Las avenidas estaban vacías y muchos jóvenes las convirtieron en canchas de
fulbito.
Veamos algunos datos para comprender el
contexto: el 30 de junio de 1976, el premier y comandante general del Ejército,
Jorge Fernández Maldonado, fue prácticamente obligado a leer un discurso frente
a las cámaras de la televisión anunciando el más fuerte paquete de medidas de
ajuste que se había dictado hasta esa fecha, con el fin de tratar de equilibrar
las finanzas públicas. Las medidas incluían el aumento de precio de los
combustibles y de los productos de primera necesidad, que estaban controlados.
Al día siguiente, una huelga de choferes
sembró el caos en Lima y otras ciudades. Una masiva marcha se desplazó por los
distritos del Cono Norte y la policía sólo pudo contenerla a la altura del
Puente del Ejército en medio de un gran enfrentamiento.
Había acabado la ilusión de que la segunda
fase del gobierno militar sería la profundización del proceso. Fernández
Maldonado renunciaría dos semanas después. Y Morales Bermúdez se abrazó a los
empresarios y al ala dura de los militares y, juntos, impusieron el más brutal
de los estados de emergencia que se recuerden.
Las protestas espontáneas del 1 de julio de
1976, habían servido de pretexto para militarizar el país, lo que el dictador
veía como único camino posible para iniciar la contrarreforma e imponer el
grado de control social que era requerido para el nuevo esquema de alianzas del
poder.
TOQUE MORTAL
Muy rápidamente el gobierno, que hasta hacía
poco había estado coqueteando con las masas, pasó a la guerra contra su propio
pueblo, sin que existieran organizaciones armadas desafiando el poder o grandes
movimiento sociales. Los asesinatos nocturnos a personas cuyo único delito era
que se les había pasado la hora del toque de queda, eran un mensaje sistemático
para que el país entendiera quién mandaba.
La teoría de que no hay ajuste sin miedo,
había entrado en la sangre de los peruanos que empezamos a ver que los salarios
perdían valor de manera continua pero nadie podía oponerse a una política
económica que empobrecía a la gente y subsidiaba a las empresas.
Todo siguió este curso hasta que el gobierno
decidió lanzarse a la primera privatización de lo que se suponía iba a ser una
cascada de traspasos de propiedad hasta desmontar el Estado empresario del
velasquismo, y esta fue la venta de la flota de Pesca Perú, que por entonces
tenía el monopolio de la extracción de especies para la harina de pescado y de
su procesamiento industrial.
La decisión del gobierno, en plena
emergencia, dio lugar a una larguísima huelga de los hombres del mar que
resistieron a pie firme la detención de uno tras otro de los equipos dirigentes
que se armaron para reemplazar a los que estaban en la cárcel.
OTRO PAQUETE
La huelga de los pescadores cambió al país.
El miedo empezó a aflojar. Los huelguistas le habían abierto un boquete al
estado de emergencia y ya no habría quién pudiera cerrar la brecha. A comienzos
de julio, el gobierno anunció un nuevo paquete, llamado el baruazo (por el
ministro de economía, el empresario Barúa, y que fue mucho más fuerte que el
del año anterior).
Varias organizaciones sindicales empezaron a
discutir entonces si se debía responder con una medida de lucha nacional. Las
opiniones estaban divididas porque algunos dirigentes creían que no habían
condiciones para enfrentarse al gobierno y que lo que podía resultar era una
gran derrota para los trabajadores.
En esas circunstancias se forma el Comando
Unitario de Lucha (CUL) con la participación de un pequeño grupo de
federaciones sindicales llamadas independientes: Gráficos, Seguros, Luz y
Fuerza, CCP, que hizo un llamamiento al paro nacional para el 19 de julio, que como
un bando fue pegado en las calles ya que ningún medio recogió la noticia.
El debate sobre las condiciones para la
acción de lucha había acabado. Con la fecha marcada en el calendario, todos
caminamos al gran día. Y de pronto no había un automóvil que circulara en Lima.
Las avenidas estaban vacías y muchos jóvenes las convirtieron en canchas de
fulbito.
En los conos, entonces llamados pueblos
jóvenes hubo recios enfrentamientos y varios muertos. Aún hoy, en Comas, se
conmemora la fecha para el recuerdo de las víctimas. En todo el país hubo una
respuesta unánime y por única vez en la historia se podía ver paro en los
barrios de clase media y en los populares. Hacia las cinco de la tarde se
arrojó una edición del diario Última Hora (todos los diarios eran del gobierno)
que llevaba como titular el paro fue parcial.
DESPIDOS MASIVOS
Morales respondió con un decreto increíble
que autorizaba a las empresas a despedir los trabajadores que considerara que
habían participado en el paro. Ni siquiera se atrevió a hacerlo él mismo. Hubo
5 mil despidos, incluyendo a casi toda la vanguardia del movimiento sindical.
No faltaron los que dijeron que ya lo habían advertido, que el paro nos
llevaría a la derrota.
El 28 de julio Morales Bermúdez leyó su
discurso de fiestas patrias para anunciar que el estado de emergencia (que ya
era casi un fantasma) se levantaba, se convocaba a una Asamblea Constituyente y
elecciones para el año 1980. El paro nacional había cambiado el curso de la
historia.